José A Cárdenas y Lydia P. Vignau
(Fecha original de publicación: Enero 31, 2020)
“La naturaleza nos está trasmitiendo un poderoso mensaje —expresado en el lenguaje de los incendios, las inundaciones, las sequías y las extinciones de especies— que nos dice que necesitamos un modelo económico totalmente nuevo y una manera igualmente novedosa de compartir este planeta. Nos dice, en suma, que necesitamos evolucionar.” Naomi Klein
Las catástrofes ecológicas están fundamentalmente asociadas al cambio climático y estamos llegando a una verdadera Crisis Climática. Existe un consenso científico que indica que la producción y consumo de energéticos fósiles y la deforestación indiscriminada están alterando el clima de tal forma, que es evidente un incremento irreversible de la temperatura del planeta causando el crecimiento del nivel del mar, falta de agua potable, cambios en la producción de alimentos, inundaciones, sequías, incendios forestales, tormentas y olas de calor, entre otros desastres. La suma de nuestras actividades nos ha conducido a esta situación crítica, que ya la estamos viviendo.
Más de 11 mil especialistas de todo el mundo han desplegado recientemente una serie de indicadores y datos contundentes, que muestran que el Planeta está enfrentando una Crisis Climática, relacionada directamente con el consumo excesivo de recursos. El profesor Guy Mc.Pherson nos hace pensar en la tragedia que se avecina cuestionándonos de manera tajante: “¿Consideras que el medio ambiente es menos importante que la economía? … trata de aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero”.
Las actividades humanas que nos señalan los expertos como de mayor incidencia en la crisis climática incluyen las guerras, el aumento desordenado de la población humana y de ganado, el consumo de carne per cápita, la disminución de zonas boscosas y selváticas, el número de pasajeros en vuelos comerciales, las emisiones vehiculares de dióxido de carbono y actividades que llevan a la acidificación de los océanos. No obstante, los modelos de negocio dominantes en nuestras economías siguen privilegiando la generación de beneficios económicos para inversionistas y el gobierno, sacrificando los ecosistemas naturales y el destino de la humanidad.
La comunidad de científicos ha establecido seis grandes temas para revertir la Crisis Climática: conservación de energía, reducción de contaminantes de corta vida (SLCPs), restauración de ecosistemas, cambio en hábitos de alimentación, optimización de materiales y recursos naturales, estabilización del crecimiento poblacional.
En el plano personal, nuestro comportamiento y estilo de vida debe orientarse a disminuir la demanda de combustibles fósiles y energía en general. Es imperativo que conozcamos con qué productos, servicios y actividades promovemos la contaminación de gases tipo invernadero que atrapan el calor en la atmósfera, para menos dichos productos. Para lograrlo, usaremos el coche lo menos posible, que de ser factible debe ser híbrido o eléctrico, para bajar el dióxido de carbono (CO2), y exigiremos que haya más transporte público ecológico. Es importante consumir energía renovable (eólica, solar) y productos de «cadena corta» elaborados y comercializados de forma local; lavar la ropa menos veces por semana, usando agua fría. Para disminuir el metano, debemos consumir menos carne, comer fruta y verdura producidos localmente y hacer composta. Para reducir los hidrofluorocarbonos, gases contaminantes climáticos de vida corta mucho más potentes que el CO2, debemos tener equipos eficientes de refrigeración y aire acondicionado, y usarlos de manera responsable ajustando el termostato dos grados menos en invierno y dos más en verano.
Respecto a los ecosistemas naturales, cada uno deberemos contribuir a su protección y restauración. Evitar los bloqueadores solares con sustancias nocivas para los arrecifes coralinos y su fitoplancton, usando solo productos naturales y la protección de ropa con manga larga y sombreros. Debemos ayudar a conservar las sabanas, bosques y llanuras, y privilegiar las especies nativas o endémicas de animales y plantas en todo nuestro ámbito de influencia (el hogar, quintas, jardines, parques), y evitar el uso excesivo de cemento y concreto en espacios que puedan ser recubiertos con pasto y plantas más amigables para el ambiente.
También deberemos reducir o eliminar el consumo de productos derivados de la explotación de los grandes ecosistemas: productos de madera no reciclada, conchas, corales, plantas y animales exóticos, y adoptar la práctica de preparar compostas para fertilizar las plantas usando los desperdicios de comida que, de no aprovecharse de esta manera, serían enterrados en los vertederos, en donde producirían metano al descomponerse.
En el tema de la alimentación, es importante recordar que la energía fósil necesaria para producir una caloría de comida de origen animal es 10 veces más de la requerida para producir una caloría de comida vegetal. Podemos reducir nuestro consumo de carne y hacer cambios alimentarios que nos permitan acabar con la malnutrición de los mil millones de personas en el mundo que sufren hambre. El ganado, para su mantenimiento y crecimiento, consume una cantidad de comida equivalente a alimentar a 8.7 miles de millones de personas. Si en lugar de producir alimento vegetal para el ganado, disminuyéramos el número de animales existentes bajando nuestro consumo de carne, y consumiéramos nosotros las plantas que cultivamos, no habría hambre en el mundo. También es necesario que los alimentos sean amigables con el medio ambiente: orgánicos, poco procesados, sin contenedores o en contenedores ecológicamente compatibles, con bajo o mínimo contenido animal, locales o regionales, susceptibles a mínimos residuos o desechos.
Como ciudadanos de este nuestro planeta en crisis, debemos asumir con sacrificio y valentía la responsabilidad moral de utilizar nuestra capacidad de compra para edificar un nuevo modelo de negocio amigable con los ecosistemas, e influir en la política pública denunciando las prácticas perniciosas de hacer negocio: convertir la fuerza del consumidor en un verdadero mercado de demanda, obligando a la oferta de productos y servicios no compatibles con el medio ambiente a ir abandonando su oferta y promoción del consumismo.
En suma, revertir la crisis climática demanda un nuevo nivel de pensamiento basado en entender la conectividad de todos los elementos y sistemas que la afectan, y la corresponsabilidad que tenemos de construir un mundo mejor para todos. En el microcosmos que es nuestro hogar, entendemos claramente que si alguien de la familia agota el suministro de agua caliente, nos tendremos que duchar con agua fría: en el Planeta, eventualmente no podremos respirar, porque algunos de nosotros no fuimos capaces de mantener el aire limpio.
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